Las autoridades también prohibieron a catorce ejecutivos de la compañía, el segundo mayor fabricante nacional de este tipo de vacunas, a trabajar en el sector tras este escándalo que salió a la luz pública a finales de julio y generó una gran preocupación social, reseñó la agencia internacional de noticias EFE.
El equipo de investigación del Consejo de Estado (Ejecutivo) detectó entonces que Changsheng utilizó materiales caducados en la elaboración de vacunas liofilizadas contra la rabia de uso humano y que no registró correctamente las fechas o los números de serie de los productos al menos desde 2014.
A raíz del escándalo, las autoridades llevaron a cabo una inspección nacional a todos los fabricantes de vacunas en el país, en la que no se encontraron problemas adicionales.
El caso de las vacunas defectuosas desató una oleada de desconfianza de los ciudadanos chinos hacia su sistema sanitario, que en otras ocasiones ha vivido otros ejemplos de adulteración de fármacos.
En octubre del año pasado, la firma ya fue multada con 500.000 dólares por la pobre efectividad de otras 250.000 vacunas contra la difteria, la tosferina y el tétanos, lo que obligó a las autoridades a llevar a cabo una masiva retirada de estos productos y reinocular la vacuna a más de 200.000 niños.