jueves, noviembre 21, 2024
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2023: Un año de corroboración

Típicamente, se enfatiza el enfoque hacia lo nuevo. Esto deja al pasado, o a lo viejo, en un estado de desconexión. Nada tipifica esto mejor que el cambio de año. En el reloj histórico, 2023 debería ser venerado como un año que desenmascaró realidades de las que los movimientos e individuos que pretenden dirigir las mareas políticas preferirían que la mayoría no se percatara. El año de despedida nos ofreció pruebas concluyentes que desafían muchas postulaciones falsas que la élite hegemónica cultural ha promovido o tratado de ocultar durante décadas.

El islam no es una religión de paz y la yihad es una guerra contra el judaísmo y el cristianismo

La invasión en octubre de territorio soberano israelí por un cuasi-Estado islámico y el gobernante de facto de Gaza deja al descubierto muchas verdades. Este asalto islámico a Occidente es una guerra religiosa. Los agresores islamistas, tanto los arquitectos materiales como los intelectuales y logísticos, se atienen a los guiones coránicos. La brutalidad de las guerras de conquista y ocupación lanzadas por Mahoma y sus seguidores e impuestas sobre tierras cristianas, judías, hindúes y persas, y sus ocupantes, ha sido así desde el siglo VII. Hamás simplemente está siguiendo al detalle lo que el fundador del Islam estableció como precedente.

Occidente es el objetivo del islamismo. Siempre lo ha sido. Debe pensar y actuar con responsabilidad. Un enfoque de palo y zanahoria sería la solución más inteligente. Tender la mano y apoyar las corrientes de moderación y reforma con los seguidores del islam. La ley sharía es incompatible con una sociedad libre, la gobernanza consensuada y el Estado de derecho. La inmigración en Occidente procedente de países musulmanes debe exigir la asimilación a la cultura judeocristiana imperante, y no al revés. Los regímenes y movimientos que apoyan y patrocinan las guerras santas islámicas deben ser confrontados, no recompensados.

El islamismo y el marxismo son aliados 

El marxismo, a través de su oscura y pesada influencia en los ámbitos cultural, jurídico y político, ha mantenido una estrecha relación con el islamismo durante décadas. La guerra islámica contra Israel lo ha dejado innegablemente claro. El apoyo enamorado y militante de importantes sectores de la sociedad estadounidense a la “causa” palestina, una estratagema marxista cultural urdida, demuestra hasta qué punto han tenido éxito las teorías comunistas de la KGB, Franz Fanon y Edward Said. La Teoría Crítica Postcolonial, una rama de la Escuela de Frankfurt, es el pozo epistemológico de racionalización que insiste en conceder el estatus de identidad nacional a los residentes musulmanes y a sus herederos de la antigua zona geográfica conocida como Palestina. 2023 ha mostrado esta calamidad de forma prístina.

El nivel de desinformación y falsedades flagrantes que subyacen a toda la base de una identidad nacional palestina y, lamentablemente, la apología tácita de los crímenes contra la humanidad que los islamistas cometieron y están cometiendo es repugnante. Esto debe obligar a quienes apoyan la democracia y la libertad a examinar seriamente los peligros que ha tenido la propagación del dogma neo-marxista en los centros de enseñanza. Esto debe ser revertido en todos los niveles de escolarización y grupos de desarrollo intelectual.

EE.UU. está en una senda autoritaria

Estados Unidos no es Cuba, China, Rusia o Irán. Sin embargo, ciertamente no es el mismo país que antes del asalto de Obama a las instituciones estadounidenses. Estados Unidos es menos libre. Su sistema electoral no es tan fiable. Aunque la configuración del sistema federal ha sido fundamental para hacer frente a esta embestida, ¿Podrá sobrevivir? ¿Intervendrá el Tribunal Supremo para frenar el abuso de poder?  Se ha restringido la libertad de expresión, la persecución política es un hecho y la manipulación electoral es claramente visible. Obama convirtió en instrumentos políticos a organismos gubernamentales clave como el FBI, la CIA, el IRS (Servicio de Rentas Internas), la EPA (Agencia de Protección Ambiental) y el DOJ (Departamento de Justicia), junto con el Partido Demócrata. El objetivo declarado con precisión era transformar a USA de forma exhaustiva, pero gradual. En connivencia con poderosos elementos de los medios culturales de producción y la izquierda, el régimen Biden-Obama ha llegado muy lejos en esta hazaña.

La utilización de los tribunales y la manipulación de teorías legales en sedes judiciales selectivas para eliminar a los oponentes políticos han producido presos políticos, algo básicamente ajeno y raro en la historia estadounidense. El Departamento de Justicia de Biden dictó penas de cárcel de entre una y dos décadas para personas que entraron ilegalmente o conspiraron para entrar en un edificio federal (la violación del Capitolio el 6 de enero) en un solo día. Sin embargo, más del 95% de los saboteadores, alborotadores e incendiarios que llevaron a cabo un levantamiento de inspiración marxista, coordinado por Black Lives Matter y Antifa durante casi cuatro meses recibieron, en su mayor parte, impunidad total por sus crímenes. Esto refleja algo más que un mero sistema judicial de dos niveles. Es la punta del hielo en términos de persecución política flagrante y de manipulación electoral.

En un lapso de cinco meses en 2023, el presidente Donald Trump fue acusado en cuatro casos. Con una sustancia jurídica endeble, pero mucha convicción política, la guerra para hacer desaparecer a Trump ha alcanzado nuevas cotas. Además de tratarse de una clásica caza de brujas, el hecho de que sea el favorito de los republicanos en las elecciones presidenciales de 2024 hace de esto una guerra legal y una clara interferencia electoral. Estas tácticas emulan lo que Vladimir Putin, Nicolás Maduro y Daniel Ortega hacen a quienes efectivamente se les oponen. Con dos estados que, en el momento de escribir estas líneas, han privado de sus derechos a los votantes estadounidenses y han anulado la capacidad de Trump para competir por los votos, lo inimaginable está sucediendo.

El Papa Francisco se distancia aún más de Cristo

Para el Papa Francisco, 2023, fue testigo de mucha actividad en su misión de deconstruir el cristianismo. El paganismo fue alegremente destacado por el obispo de Roma en su divinización del planeta. En la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en octubre, se dio preferencia a preceptos neo-marxistas sobre la ortodoxia católica y las posiciones conservadoras. Se llevó a cabo una persecución sin precedentes de puntos de vista y expresiones opuestas dentro del catolicismo. La destitución del obispo Joseph Strickland de Texas es solamente un ejemplo.

Conclusión

Lo que más llama la atención en 2023 ha sido cuántas pretensiones se desenmascararon durante el año. Las dictaduras socialistas del hemisferio occidental han encontrado un socio tácito en Biden. Estados Unidos y Cuba han seguido manteniendo conversaciones amistosas de alto nivel sin que el régimen comunista haya liberado a ninguno de los más de 1.000 presos políticos. La liberación de sancionados, junto a criminales convictos, para desmayar a la dictadura venezolana a cambio de petróleo no hace, sino, envalentonar a la tiranía. La izquierda es consciente de que tiene un amigo en Washington.

Una mayor claridad siempre es bienvenida. 2023 desveló muchos mitos y mentiras. Puso fin a la etiqueta de “teórico de la conspiración” para las nociones de persecución política, la aplicación de la ley y la manipulación del sistema electoral en EE. UU. El islamismo, históricamente, ha estado y sigue estando en una guerra “santa” contra Occidente. El socialismo y el islam político siempre han compartido denominadores comunes. Ahora el marxismo, a través de sus adagios culturales, ha cooptado tangiblemente a los islamistas. Está a la vista de todos. Los retos para 2024 son muchos. 2023 debería servir como punto de referencia importante.

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