El venezolano sufre de amnesia y peor autoestima, cuando se trata de evaluar los aportes de su cultura al mundo.
Es un tema que iré abordando en varias entregas, pero que hoy quiero enfocar desde el punto de vista del cine, a propósito de la inauguración de la nueva edición del Festival de Cannes, el más importante del planeta, equivalente al Nobel y con mayor prestigio que el Oscar.
Puede pensar el coterráneo prejuicioso y epidérmicamente autocrítico, que Venezuela nunca ha participado ahí, que el éxito del certamen francés nos es ajeno, y que actualmente no sonamos por allá.
Nada menos cierto.
Se sorprenderá usted con la historia que narraré a continuación, entre el pasado y el presente.
Pónganse su filtro de smoking y acompáñeme a rebobinar 10 hitos de los venezolanos en Cannes.
Por cierto, tengo datos suficientes para hablar de 20 hitos, pero el espacio me inspira a tener capacidad de síntesis.
Se lo dedico a aquel crítico desinformado de la región que me destrató en una reunión internacional, por ser venezolano, despreciándome y descalificándome por el origen de mi pasaporte.
Yo dejé que rodara hablando pestes de nuestra crítica y de nuestro cine, sin conocimiento de causa.
Así proceden muchos desubicados que hay que aterrizar, desenfocados mesiánicos del egocentrismo que añoran, como pequeños déspotas, que el relato empiece y termine con ellos.
Irónicamente, lo hizo desde un país del continente sin historia en Cannes.
A él, y a las personas que han sido programadas para ver con condescendencia todo lo que tenga que ver con su país, van consagradas las siguientes líneas que refrescan nuestra memoria.
“La Balandra Isabel llegó esta tarde” obtuvo el premio a la mejor fotografía en el Festival de Cannes de 1951. La película contó con la actuación de titanes criollos como Juana Sujo, Tomás Henríquez y Néstor Zavarce. Se basa en un cuento de Guillermo Meneses, escritor y luego esposo de Sofía Ímber, adaptado por Aquiles Nazoa. Bolívar Films, todavía vigente y pujante en el 2021, sumó sus notables esfuerzos a la coproducción con Argentina. Desde la posguerra, los criollos suenan y ganan en la Croisette.
“Araya” de Margot Benacerraf engrosó una de las más legendarias selecciones oficiales de Cannes en el año 1959, codeándose con Luis Buñuel y los niños terribles de la nueva ola francesa, el movimiento parteaguas de la vanguardia moderna. La cinta fue reconocida con el premio de la Comisión Superior Técnica por la calidad de su fotografía, así como con el galardón de la Crítica Internacional (FIPRESCI), en empate con Hiroshima Mon Amour de Alain Resnais. Una mujer sola contra la tropa de élite del cine en el mejor festival del globo. Su obra maestra perdura, le abrió rutas de investigación y experimentación al cine. Se ha visto en todas las Cinematecas, pertenece a la colección de Criterion Colection, su autora sigue viva y coleando, emocionándonos con su legado y logro al frente de instituciones que fundó como la Cinemateca Nacional. Si no la has descubierto, estás a tiempo y te la recomiendo por encima de la barra de Netflix, Disneyplus y HBO Max.
En 1968, el venezolano Atahualpa Lichy crea la “Quincena de Realizadores” bajo los cambios que impulsa la nueva Cinemateca Francesa. En nota de Jesús Abreu, así lo explica el propio promotor y autor: “En mayo del 68 nosotros creamos la quincena de los directores en Cannes, que todavía existe y es muy importante, queríamos mostrar un cine diferente”.
Diego Rízquez Cupello presentó “Bolívar, sinfonía tropikal” en la Quincena de Realizadores, durante dos años seguidos en Cannes, de 1981 a 1982. La ópera prima supone una de las cumbres estéticas de la técnica del Súper 8, convirtiéndose en objeto de estudio por expertos y especialistas de Europa, a quienes recibimos para echarles el cuento de la mano de sus creadores y colaboradores artísticos, como Alejandro Blanco Uribe, Carlos Castillo y el Príncipe Negro, Rolando Peña.
“Bolívar, sinfonía tropikal” se adelantó a su época, revisitando una épica con un desparpajo intelectual, del que carecen los panfletos y biopics de próceres solemnes del siglo XXI. Por eso Diego Rízquez Cupello fue un disidente hasta la muerte, que jamás traicionó su visión del cine. Un genio nivel Cannes, pues.
En 1983 toca el turno de Joaquín Cortés con su primera película de ficción, “Caballo Salvaje”, que engalanó la sección “Una Cierta Mirada” del Festival de Cannes. Así la define la página de Circuito Gran Cine:
“Un drama en el que, conservando aún su toque documentalista, se plantea el choque entre la ciudad y los llanos desencadenando una serie de acontecimientos que crea una gran tensión entre culturas distintas”.
Con tales antecedentes, Fina Torres consigue la gran marca, el gran hito de los venezolanos en Cannes, al conquistar la Cámara de Oro por su película “Oriana”, una obra maestra absoluta de 1985. El fenómeno del boom no era solo de taquilla, sino de evolución expresiva y sensorial. Fina Torres también anticipó lo que se denomina “película intimista para ganar Festival”. Lo que muchos explotan como fórmula y cliché, a fin de congraciarse con los jurados del certamen, Fina Torres lo inventó, dotándolo de una impronta personal única, que algunos “influencers” deberían atender, para no andar descubriendo el agua tibia. En cualquier caso, otro motivo de orgullo para levantarnos la moral cuando estemos “down” o deprimidos con nuestro cine.
Le llegada del milenio genera la irrupción de nuevas voces, directores y actores. De tal modo, Lorenzo Vigas estrena “Los Elefantes Nunca Olvidan” en el Festival de Cannes del año 2004, inaugurando la semana de la crítica.
Dos años después, en el 2006, una delegación de 10 cineastas criollos nos representan en “Tous les cinémas du monde” del Festival de Cannes, proyectando películas y cortometrajes que marcaron la evolución de nuestra plataforma.
El 16 de mayo de 2016, Jonathan Jakubowicz, Claudine Jakubowicz y Edgar Ramírez estrenan “Hands Of Stone” en el Festival de Cannes, al lado de una nutrida representación de talentos criollos e internacionales, de la talla de Robert De Niro, Usher, Ana de Armas y Roberto Durán en persona. Más imágenes para la historia de un país que resiste y se reconstruye con manos de piedra. En el mismo Festival del 2016, el venezolano Michael Lacarba debuta con “La culpa, probablemente”.
Al año siguiente, en el 2017, Gustavo Rondón vuelve a Cannes con Natalia Machado, para fijar su nombre y representar al país con la película “La Familia”, incluida en la Semana de la crítica, donde cosecha críticas positivas unánimes.
Hoy Gustavo y Natalia son incluidos en la grilla del Festival de Cannes 2021, con el objetivo de formar parte del programa “L’Atelier”, que sirve de impulso al desarrollo de nuevos proyectos. Gustavo busca aliados en la terminación de su próxima película, El tiempo que perdimos. Le deseamos el mejor de los éxitos.
En conclusión, el cine venezolano continúa proporcionando una fuente real de esperanza, resurrección y reconstrucción.
No seamos tan malos y mezquinos con nosotros mismos.
La meta es volver a la selección oficial y ganar la Palma de Oro.
Soñar, con bases sólidas y precedentes auténticos, no cuesta nada.
Sergio Monsalve. Director Editorial de Globomiami.